La Comunidad
del Ceibo
En medio de la espesa jungla de Corcovado, hubicado en la diminuta península de Osa, al sur este de Costa Rica, entre el océano Atlántico y el Pacífico, se encuentra la Comunidad del Árbol Ceibo
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Se trata de un lugar muy especial del bosque tropical. El Ceibo es un árbol tan antiguo que no se sabe su edad. Dicen que se necesitan más de 20 personas tomadas de la mano para rodear su tronco.
¿No saben de él? ¿No lo han visto?
Bueno, no es de extrañar. Este Ceibo tiene una cualidad muy especial, refleja siempre lo que hay en el corazón de las personas.
Es por ello que, como a veces sucede en esos lados del mundo..., si una inocente criatura se pierde en el bosque y llega a su claro, el Ceibo extende sus ramas para abrazarle y crear una especie de nido donde pueda refugiarse. Así, desde lo alto de las ramas, los pajaritos le cantan canciones de cuna, y si hace frío, o lluvia, el árbol sacude sus hojas y deja caer una cobija de hojas sobre la criatura. Para que su cama sea bien suave, los animales de pelo toman un poco de la parte más suave que tienen, y forran con ella el nido. Mientras, las hormigas hacen guardia para que nada ni nadie le moleste, y una regordeta serpiente se enrosca debajo de su cabecita para que tenga almohada.
Ay... pero si en lugar de alguien inocente llegan cazadores, entonces todo cambia. El Ceibo lanza desde sus raíces estacas puntiagudas hacia el cielo, creando un casi imposible laberinto. En las puntas de las estacas que sobresalen del suelo, hay "pica-pica", una sustancia que arde y da un comezón terrible si toca la piel. Por si eso no fuera suficiente, las hormigas "bala" hacen guardia en los tallos de las estacas y cuando pasan los cazadores, saltan a sus pantalones y se van corriendo a las mas tiernas partes a clavar sus afiladas tenazas. ¡Pueden imaginar con un nombre como "bala", que no se refiere a su rapidez, sino a lo doloroso de su mordida, que la defensa de los insectos forma una barrera temible! Y es que a demás, las cigarras se ponen de acuerdo para cantar todas juntas, y el ruido es como para volver loco a cualquiera. Finalmente, y en caso de que algún cazador no se haya dado aún por vencido, enormes nubarrones de hambrientos mosquitos descienden sobre los infortunados que no tienen otro remedio más que salir corriendo.
Lamentablemente, en ocasiones, quienes llegan hasta el Ceibo tienen aún peores intenciones que los cazadores. Se trata de taladores de árboles, quienes por dicha al llegar ante el Ceibo, lo único que ven son troncos ya cortados de pequeños árboles, arbustos espinosos y tierra abrasada por el hirviente sol, sin una gota de agua a su alrededor. Frustradas sus expectativas, quemada la piel, y muertos de sed, esta gente acostumbra a dar rápidamente la vuelta y regresar por donde vino, con las manos vacìas.
Peor en realidad, la comunidad del Gran Ceibo, al que podemos considerar como el árbol espíritu de la selva, es una comunidad rebosante de vida y hogar de muchas diferentes especies de animales y plantas.
Si sigues con nosotr@s te contaremos algunas de sus historias...
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